POR QUÉ ES DIFÍCIL CAMBIAR

POR QUÉ ES DIFÍCIL CAMBIAR

Cuando decidimos cambiar nuestra filosofía de vida nos enfrentamos a un obstáculo: nuestra resistencia congénita al cambio. Podemos conocer la teoría, pero si no enfocamos adecuadamente el problema al que nos enfrentamos, el camino se puede hacer tan difícil como el castigo que se le impuso a Sísifo: empujar cuesta arriba una piedra por una ladera empinada, sin alcanzar jamás la cima porque la piedra rodaba antes cuesta abajo. El castigo era repetitivo y eterno.

La dificultad del cambio y cómo enfrentarlo

El cambio es alarmante. Esta realidad humana es inevitable, tanto si el cambio es aparentemente insignificante (como dedcidir donde viajar) o algo que te cambia la vida (como tener un hijo). Ese miedo al cambio está arraigado en la fisiología cerebral y, cuando el miedo se apodera, puede impedir la creatividad, la evolución y el éxito.

Desde el punto de vista evolutivo, el cerebro es uno de los órganos más peculiares del organismo humano. Nuestros otros órganos (el corazón, el hígado, los intestinos, etc.) se han desarrollado tan bien que han permanecido uniformes a lo largo de la evolución humana. Pero durante los últimos cuatrocientos o quinientos millones de años, el cerebro sigue desarrollándose y cambiando.

Tres cerebros en uno: el desafío de la armonía interna

Actualmente, en realidad, tenemos tres cerebros separados, que se unieron a intervalos de aproximadamente cien o doscientos millones de años. Uno de nuestros retos como seres humanos es desarrollar armonía entre esos diferentes cerebros para evitar enfermedades, tanto físicas como emocionales.

  1. El cerebro reptiliano: Situado en la parte inferior del cerebro, es el tronco encefálico, con aproximadamente quinientos millones de años de evolución. Se encarga de funciones automáticas como el sueño, la vigilia y los latidos del corazón.
  2. El cerebro de los mamíferos o sistema límbico: Con unos trescientos millones de años, regula nuestras emociones, la temperatura corporal y la reacción de lucha o huida, clave para la supervivencia.
  3. La corteza cerebral o neocórtex: Con cien millones de años, es la responsable del pensamiento racional, la creatividad y la civilización. En ella residen el arte, la ciencia y la música.

La amígdala: el freno del cambio

La amígdala, situada en el sistema límbico, es clave en la reacción de lucha o huida. Diseñada para alertarnos ante peligros, ralentiza o detiene funciones como el pensamiento racional y creativo cuando percibe amenazas.

Esto era vital para nuestros ancestros, que necesitaban reaccionar rápidamente ante depredadores. Sin embargo, hoy en día este mecanismo se activa no solo ante peligros reales, sino también ante situaciones que percibimos como riesgos emocionales: un nuevo trabajo, una relación o incluso un examen.

Cómo la amígdala sabotea nuestros intentos de cambio

El problema del cambio es que la amígdala activa la alarma cada vez que intentamos modificar nuestras rutinas. Cuando nos enfrentamos a un desafío importante, nuestro cerebro puede bloquearnos y reducir nuestra capacidad de pensar con claridad.

Algunas personas convierten su miedo en entusiasmo y se activan ante los retos. Sin embargo, la mayoría de las personas experimentan parálisis, lo que impide el cambio. Saber que el miedo es parte del proceso puede ayudarnos a gestionarlo de manera más efectiva.

Estrategias para superar el miedo al cambio

  1. Pequeños pasos: Introducir cambios graduales evita que la amígdala dispare la alarma. Si quieres mejorar tu organización, comienza con una pequeña acción, como ordenar un solo cajón en lugar de todo el armario.
  2. Transformar el miedo en acción: Si te sientes bloqueado, actúa. Escribir solo tres notas en lugar de intentar componer una sinfonía puede ser suficiente para superar la inercia.
  3. Normalizar el miedo: Entender que el miedo es una respuesta natural a la ambición y los sueños ayuda a aceptarlo y gestionarlo con más calma.

Miedo y autosabotaje: identificando patrones

El miedo no siempre se presenta de forma obvia. A veces, se manifiesta en autosabotaje: llegar tarde al trabajo de manera inconsciente porque nos sentimos inseguros en el ambiente laboral o postergar proyectos por miedo al fracaso. Identificar estos patrones es clave para romperlos y avanzar.

Aceptar el miedo como parte del crecimiento

En lugar de evitar el miedo o intentar eliminarlo, debemos aprender a gestionarlo. Cambiar nuestra perspectiva nos permite verlo como un aliado que nos indica que estamos en el camino correcto. En los momentos de duda, recordemos que el miedo es una respuesta natural que nos desafía a crecer.

Conclusión

El miedo al cambio es una de las barreras más grandes que enfrentamos, pero no es invencible. Con estrategias adecuadas y una comprensión profunda de cómo funciona nuestro cerebro, podemos superar la resistencia y lograr cambios significativos en nuestras vidas.

En los próximos posts, profundizaremos en técnicas específicas para entrenar nuestra mente y hacer del cambio un proceso más natural y menos aterrador. ¡El primer paso es atreverse a empezar!

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