ELOGIO CON PREMIO

ELOGIO CON PREMIO

Elogio con Premio: El Poder de las Pequeñas Recompensas

Si buscas mejorar tus hábitos o motivar a otros a hacerlo, los premios de pequeña cuantía pueden ser la clave. No solo son accesibles y convenientes, sino que también refuerzan la motivación interna necesaria para lograr cambios duraderos. Curiosamente, cuando una recompensa es demasiado grande, el foco deja de estar en la mejora personal y se centra solo en obtener el premio. Por ello, es fundamental que las recompensas cumplan tres requisitos esenciales:

1. El premio debe estar alineado con el objetivo

Elegir la recompensa adecuada es esencial. Por ejemplo, ofrecer chocolate a un niño para que asista a clase puede ser un incentivo efectivo, pero el mismo premio no sería apropiado para alguien que sigue una dieta estricta. La coherencia entre el objetivo y la recompensa fortalece la conexión con el hábito deseado.

2. Debe ser significativo para la persona

No todas las personas responden igual a los estímulos. Mientras que algunos encuentran motivador recibir elogios frecuentes, otros pueden percibirlos como condescendientes. Para encontrar la mejor recompensa, prueba hacer preguntas clave:

  • A un ser querido: ¿Cómo sabes que eres amado?
  • A un compañero de trabajo: ¿Cómo sabes que eres valorado?

Dales unos días para reflexionar y que compartan varias respuestas. Las respuestas pueden sorprenderte y te darán pistas sobre qué tipo de incentivos realmente aprecian.

3. Debe ser económica o gratuita

Las mejores recompensas no tienen por qué costar dinero. A veces, un pequeño gesto tiene un impacto mayor que un costoso obsequio. Aquí algunas ideas:

  • Leer un capítulo de un libro sin interrupciones.
  • Permitirse ver tu serie favorita, pero levantándose a estirar las piernas cada hora.
  • Disfrutar de un baño relajante o una caminata al aire libre.
  • Escuchar música, hacer una llamada a un amigo o recibir un masaje de la pareja.

La Belleza de los Pequeños Premios

No todos ganaremos un Nobel, un Oscar o un Pulitzer, pero todos podemos saborear los pequeños premios de la vida: una luna llena, una sopa caliente, una cerveza fría, un fuego crepitante o un aparcamiento libre justo cuando lo necesitamos. No te obsesiones con los grandes logros; en su lugar, aprende a disfrutar de las pequeñas alegrías que están siempre al alcance de la mano. Al final, son ellas las que construyen una vida plena.

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