LAS EXPECTATIVAS

LAS EXPECTATIVAS

Según la Real Academia Española, una expectativa es la “esperanza de realizar o conseguir algo”. Sin embargo, cuando buscamos el equilibrio emocional, nuestras propias expectativas suelen convertirse en una de las principales fuentes de malestar.

Nuestra capacidad de pensar en abstracto nos permite imaginar futuros posibles, otorgándoles la categoría de realidad. El problema es que, con demasiada frecuencia, esas expectativas y la realidad no coinciden, y cuando eso sucede, comienza nuestro calvario.

Buscamos culpables: “¿Será que no me lo merezco?” “¿Tendré mala suerte?” “Seguro que la culpa es de alguien más.”

Pero la verdad es más sencilla y menos personal: en la mayoría de los casos, nadie tiene la culpa. Ni nosotros, ni el destino, ni terceros. Simplemente, la vida sigue su propio camino, a menudo distinto al que imaginamos.

El problema de cuando las expectativas sí se cumplen

Paradójicamente, incluso cuando las expectativas se cumplen —aunque sea en parte—, pueden seguir siendo fuente de insatisfacción.

Si solo se cumplen en parte: nos frustramos porque las cosas no salieron exactamente como las habíamos imaginado.

Si se cumplen en su totalidad: el miedo a perder lo que conseguimos puede generarnos un nuevo estado de ansiedad.

Las Expectativas de los Demás: Un Peso Innecesario

No solo lidiamos con nuestras propias expectativas, sino también con las que los demás proyectan sobre nosotros.

🔹 Los padres, con la mejor de las intenciones, nos ven como su proyecto de vida. Visualizan un futuro ideal para nosotros y esperan que lo sigamos. Pero el problema surge cuando nuestras aspiraciones no coinciden con las suyas. A veces, les cuesta comprender que, aunque somos sus hijos, seguimos siendo individuos con deseos propios.

🔹 La pareja también puede ser fuente de presión. Muchas veces se asume que el proyecto de vida compartido debe mantenerse inmutable hasta el final de los tiempos. Pero la realidad es que todo cambia. Somos seres en constante evolución, y pretender que una relación no cambie es ir en contra de nuestra naturaleza.

🔹 Los amigos pueden esperar de nosotros ciertos comportamientos o actitudes para que la amistad siga existiendo, sin considerar que nosotros también tenemos derecho a crecer y cambiar.

Para alcanzar el equilibrio emocional, debemos reconocer nuestro derecho a no cumplir con las expectativas ajenas, incluso si provienen de las personas que más amamos.

Y cuando somos nosotros los que exigimos a los demás…

Así como nos pesa la presión de cumplir con lo que otros esperan de nosotros, también debemos aceptar que los demás no tienen la obligación de cumplir nuestras expectativas. No todos venimos del mismo molde.

Si realmente queremos alcanzar la paz interior, debemos aceptar que las personas tienen derecho a tomar sus propias decisiones, incluso cuando no coinciden con las nuestras.

Memento Mori: Un Recordatorio para la Vida

Existe una frase que resume perfectamente el impacto de las expectativas en nuestra existencia:

Memento mori«Recuerda que morirás».

Esta expresión proviene de una antigua tradición romana. Cuando un general regresaba victorioso y desfilaba por las calles, un siervo caminaba tras él para recordarle su condición mortal. Su propósito era evitar que la soberbia lo cegara hasta el punto de creerse un dios omnipotente.

Quizá deberíamos hacer lo mismo con nuestras expectativas. Recordarnos que nuestra estancia en este mundo tiene fecha de caducidad. En una vida tan fugaz, ¿vale la pena aferrarnos a aquello que no podemos controlar?

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