Si has leído mis publicaciones anteriores, ya sabes que existe una relación profunda entre cómo gestionamos nuestras emociones y nuestra salud. Y dentro de esa ecuación, nuestra manera de dialogar juega un papel fundamental.
Las palabras pueden ser un bálsamo que trae serenidad o gasolina que aviva conflictos.
Lo cierto es que no siempre sabemos comunicarnos de la mejor manera. A veces, sin darnos cuenta, caemos en patrones que en lugar de construir puentes, los dinamitan. Pero entender los errores en nuestra comunicación nos da la clave para evitarlos.
En mis próximos posts, exploraremos los errores más comunes que convierten el diálogo en un campo de batalla y, lo más importante, cómo revertirlos.
Para aprender a dialogar, primero debemos ver cómo lo echamos a perder
Existe una estrategia paradójica que puede cambiar la forma en que nos comunicamos:
«Si quieres enderezar algo, primero aprende todas las maneras en que puedes torcerlo aún más.»
Piénsalo: a veces, entender qué NO hacer es la mejor forma de aprender cómo hacerlo bien. Así que hoy vamos a reflexionar sobre las formas más efectivas de sabotear una conversación para poder identificarlas y evitarlas.
Cuando explicar demasiado se convierte en un problema
Solemos pensar que si describimos todo minuciosamente, evitaremos malentendidos. Creemos que, cuanto más detalle demos, mejor será la comunicación. Pero la realidad es que demasiada explicación puede ser contraproducente.
¿Por qué?
Porque pocas cosas son tan fastidiosas como sentir que alguien te está diciendo cómo son las cosas y cómo deben ser.
Incluso cuando sabemos que la otra persona tiene razón, su forma de explicarlo puede irritarnos tanto que terminamos rechazando su punto de vista.
Es como un medicamento: en la dosis adecuada, cura; en exceso, se convierte en veneno.
Cuando intentamos racionalizarlo todo, el diálogo pierde calidez y se vuelve frío y distante, especialmente con las personas que queremos.
La paradoja de la comunicación humana
Se cree que los seres humanos nos guiamos por la lógica y el sentido común, pero en realidad, nuestras emociones son las que determinan nuestras reacciones.
Cuando alguien nos dice cómo deberían ser las cosas, nuestra mente se resiste automáticamente, incluso si en el fondo sabemos que tienen razón. Nos autoengañamos sin darnos cuenta, porque lo sentimos como una amenaza a nuestra autonomía.
Entonces, ¿Cómo mejorar nuestra comunicación?
En lugar de dar lecciones, debemos aprender a escuchar, empatizar y conectar desde la emoción, sin necesidad de imponer nuestra visión de las cosas.
¿Te has encontrado en situaciones donde una buena intención terminó en conflicto? ¡Déjamelo en los comentarios! Y no te pierdas mis próximos posts, donde exploraremos más estrategias para transformar el diálogo en un puente hacia la comprensión.