La estrategia de despacio y buena letra requiere un ritmo más lento y una apreciación de aquello que acontece en nuestras vidas. Esta estrategia puede conducir a avances y a relaciones intensamente creativas, y darte un impulso cotidiano hacia la excelencia.
Un ejemplo que demuestra su importancia es cómo las epidemias fueron curadas.
Probablemente todos coincidamos que la manera de curar una enfermedad es centrarse en la gente que la padece, sometiéndola a cualquier tecnología que tengamos o podamos inventar, hasta que eventualmente tropecemos con una cura.
La realidad es que muchas de las epidemias se curan mediante un proceso muy diferente. La viruela, por ejemplo, una de las mayores asesinas de todos los tiempos, fue curada por un médico inglés, Edward Jenner. Advirtió que un grupo de mujeres (todas dedicadas al ordeño) no padecían de viruela.
Al principio, nadie le prestó atención, aunque conocían esa coincidencia desde hacía años, tenían cosas más importantes de las que preocuparse. Pero la apreciación de Jenner de este hecho común lo llevó a un descubrimiento revolucionario.
Supuso con brillantez que esas ordeñadoras habían estado antes enfermas de viruela bovina (un riesgo laboral), y que su exposición les había dado lo que hoy llamaríamos inmunidad a la viruela, que es muy similar a la viruela bovina.
Esta teoría lo condujo a perfeccionar la técnica de la vacunación. Otras enfermedades, incluyendo el cólera y la malaria, se curaron de la misma forma; es decir, buscando quién no había contraído la enfermedad y tratando de averiguar el porqué.
La historia de Jenner desafió la creencia popular de que el cambio y el progreso surgen de un destello instantáneo de intuición. Un filósofo, científico o artista está sentado en su buhardilla, desesperado, hasta que ¡eureka!, lo sorprende la divina inspiración.
Pero muchos de los momentos importantes de progreso surgen de la atención cotidiana a las pequeñas cosas. Estoy hablando de momentos que puede parecer ordinarios e incluso áridos, pero que realmente contienen las semillas de un cambio relevante.
Prestar atención a los momentos insignificantes puede parecer fácil, pero se necesita respeto, imaginación y curiosidad.
Thomas Edison, inventor entre otra cosas de la bombilla, decía que la genialidad es un 1% de inspiración y un 99% de transpiración.
Un ingeniero suizo llamado George de Mestral estaba paseando a su perro, cuando se dio cuenta de que se pegaban cardos a la piel del animal y a sus propias ropas. De Mestral se permitió sentir curiosidad por esos tenaces cardos, en lugar de simplemente irritarse; su atención a ese momento lo llevó a inventar el velcro.
¿Qué te impide a ti ver una posibilidad creativa en aspectos al que nos has prestado atención hasta ahora. Incluso si no estás interesado en utilizar esta estrategia para empezar un negocio multimillonario, los momentos de escasa relevancia te pueden ayudar a ver a través de un bloqueo mental.
Cuando implementas un plan de cambio, pero te sientes aburrido, inquieto y atascado, mira a tu alrededor, a los momentos ocultos de placer. La gente que más éxito tiene en mejorar sus hábitos de salud es la que puede convertir el ejercicio o el comer bien en una fuente de emoción y orgullo.
Entonces, no supongas que la felicidad llegará con tu talla 36 de vaqueros (o con tu nuevo sólido matrimonio, o con tu armario más ordenado). En lugar de ello, céntrate en los momentos de cambio que te traen placer.
Yo sé que suena difícil, pero se puede aprender a encontrar por lo menos un momento del que has disfrutado.
Podemos conseguir apasionarnos por aspectos de nuestra vida al que no habíamos prestado atención, como esa delicia gastronómica que es capaz de guisar mi madre, mi abuela o ponerme yo a crear nuevas delicias gastronómicas.
Lo mismo podemos hacer cuando ponemos a nuestra mente en «modo turista», un concepto que tendremos ocasión de comentar.
Por lo tanto, si deseas incrementar tu creatividad y tu bienestar, dedícate a encontrar en la cosa más común y humilde, cuestiones dignas de mención. Se necesita curiosidad y una mente abierta para ver la promesa que contienen los momentos insignificantes.
Al cultivar esas cualidades, mejorarás tus posibilidades de reconocer el potencial creativo, siempre que surja en tu camino.
Aquí hay una serie de pasos para ayudar a tu mente a mantenerse abierta, lúdica y atenta a los momentos pequeños, incluso en situaciones con carga emocional.
1. Busca a una persona que tenga una opinión opuesta a la tuya en algún tema sociopolítico candente. Es útil que esa persona sea desconocida en lugar de un amigo íntimo o un miembro de la familia.
2. Involucra a esa persona en una conversación en la que lo único que tú hagas sea hacer preguntas con una sola intención: descubrir y comprender las razones del punto de vista de él o de ella.
3. Trata de no discutir, persuadir o sonar crítico.
4: Sabrás que has tenido éxito cuando sientas que esa persona está cada vez más relajada y dialogante, cuando perciba tu interés y respeto.
Esta estrategia la podemos hacer extensiva a las relaciones cuando nos interesamos por los pequeños detalles de la vida de nuestras parejas. Por ejemplo, alabando los aspectos positivos de la pareja.
En lugar de concentrarse en los grandes fallos, aprecia los pequeños gestos de él o de ella, un tono agradable de voz o una caricia cariñosa.
Un error que muchos cometemos es alabar a nuestras parejas por sus acciones. Si nuestra pareja recibe elogios por acciones que deberían ser compartidas como el cuidado de los hijos o el cuidado de la casa, puede empezar a sentirse como un trabajador/a por cuenta ajena.
En lugar de eso, intenta identificar un momento de cada día en el que tú puedas elogiar la personalidad o la apariencia de tu pareja. Intenta: «Me encanta el aspecto que tiene tu pelo», o «Me gusta tu entusiasmo cuando vamos al cine» o «Me encanta como te ríes».
Reconocer esos pequeños momentos proporciona a tu pareja la seguridad de que es amada como persona, no simplemente como ama de casa o sostén de la familia.
Volcarse en tu pareja con pequeñas cosas es también la clave para un amor duradero. Muchas personas creen que el secreto para reconectar con su pareja es una cena a la luz de las velas o unas vacaciones junto al mar.
Pero el auténtico secreto es volcarse el uno en el otro con acciones irrelevantes cada día.
Concentrarse en los momentos de poca importancia es a la vez muy fácil y muy difícil. Los niños lo tienen muy fácil. Está absolutamente concentrados en el momento, de modo que son capaces de extraer placer y estar absortos en sus actividades y en sus amigos.
Cuando su cerebro evoluciona, se suman dos nuevas capacidades. Una es la capacidad de recordar el pasado, y la otra la de anticipar el futuro. Ambas son adiciones cruciales para nuestra supervivencia como especie.
La aptitud de recordar desde que dirección llegarán nuestros enemigos y anticipar los problemas a los que podemos enfrentarnos con ello es fundamental.
Pero estas dos nuevas habilidades habitualmente significan que todos nosotros pasamos demasiado tiempo viviendo en el pasado y preocupándonos por el futuro.
A través de apreciar los detalles, podemos recuperar esa preciosa cualidad de la infancia: la capacidad para obtener placer del momento, de estar fascinados por los que están a nuestro alrededor y por todo aquello que estemos haciendo.