CÓMO SUSTITUIR LA CRÍTICA

CÓMO SUSTITUIR LA CRÍTICA

Cuando alguien no actúa según los cánones que consideramos correctos, solemos pensar que tenemos el derecho de criticar para corregir el fallo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la crítica no cumple su cometido. Incluso cuando conseguimos el cambio deseado, este suele ser temporal, ya que el comportamiento original tiende a reaparecer con el tiempo.

¿Cómo proceder entonces? La respuesta es sencilla y poderosa: la única manera de lograr que alguien haga algo de manera genuina y sostenible es que quiera hacerlo. Las razones por las cuales nos esforzamos en mejorar y reducir la posibilidad de errar son muchas, pero hay una en la que todos coincidimos: el deseo de que se reconozcan nuestros méritos.

El problema es que, como seres humanos, tenemos una tendencia natural a focalizarnos en los errores ajenos sin detenernos a reconocer sus logros. En general, criticamos las equivocaciones, pero pasamos por alto los aciertos. Si queremos una herramienta más efectiva que la crítica para cambiar la actitud de los demás, debemos comenzar por reconocer y elogiar aquello que hacen bien.

En este sentido, el poder del refuerzo positivo es incalculable. Cuando alguien se siente valorado por sus capacidades y esfuerzos, es más propenso a continuar mejorando y reforzando esas conductas. No se trata de adular sin fundamento, sino de manifestar una apreciación honesta y sincera por las cualidades positivas de la otra persona. El reconocimiento genuino fortalece la autoestima y motiva cambios sostenibles a largo plazo.

Es curioso que, aunque todos deseamos ser valorados por lo que hacemos bien, a menudo olvidamos aplicar este principio con los demás. Cambiar hábitos y patrones de conducta no es fácil, por lo que cada oportunidad de destacar lo positivo en los demás es valiosa. Por ejemplo, cuando en un restaurante nos sirven una comida excepcional, tomemos la iniciativa de felicitar al cocinero. Si un dependiente no solo nos vende un producto, sino que se esfuerza por asesorarnos, hagámosle saber que apreciamos su atención.

Cuando adoptamos la costumbre de enfocarnos en lo positivo, nos resultará más sencillo evitar la crítica cuando alguien comete un error. En lugar de destacar lo negativo, podemos centrar nuestra atención en aspectos que fomenten el crecimiento y la mejora. La comunicación basada en el reconocimiento positivo fortalece las relaciones interpersonales y genera ambientes de confianza y bienestar.

En el ámbito laboral, por ejemplo, los jefes que se enfocan en las fortalezas de sus empleados logran equipos más motivados y productivos. En la familia, los padres que reconocen los logros de sus hijos fomentan la seguridad en sí mismos y un desarrollo emocional saludable. En la pareja, valorar los esfuerzos del otro refuerza el vínculo afectivo y minimiza los conflictos.

Cuando adoptamos esta filosofía en nuestra vida diaria, también nos beneficiamos a nivel personal. Nos convertimos en personas más optimistas, con una mirada más compasiva hacia los demás y hacia nosotros mismos. En lugar de frustrarnos por los errores ajenos, aprendemos a enfocarnos en lo que realmente importa: el crecimiento y la mejora continua.

Finalmente, es importante recordar que el cambio comienza en nosotros mismos. Si deseamos que los demás actúen de una manera determinada, primero debemos modelar ese comportamiento. Si promovemos el respeto, la gratitud y la comprensión, inevitablemente generaremos un entorno en el que estas actitudes se reflejen en nosotros.

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