ENCONTRAR SOLUCIONES

ENCONTRAR SOLUCIONES

Estamos tan acostumbrados a vivir con molestias de poca importancia, que no siempre es fácil identificarlas, y mucho menos corregirlas. Pero esas molestias tienen una manera de crecer y tal vez de bloquear tu camino hacia el cambio. Entrenándote en la detección y resolución de problemas que no revisten gran importancia, puedes evitar padecer soluciones más dolorosas en otro momento.

Cuando estamos tratando de hacer un cambio, puede ser tentador ignorar los sutiles signos de alarma, como aquel que dice: Aquí hay algo erróneo. Necesitas ir más despacio, volver sobre tus pasos, e investigar. 

Pero si continuamos evitando estos pequeños problemas, crecerán hasta que su solución se nos haga muy cuesta arriba. Cuando detectamos los problemas de poca importancia nos podemos ahorrar años de costosas correcciones. ¿Qué podemos hacer para detectar los problemas desde el principio. Os propongo cuatro ejercicios.

1. Recuerda un pequeño error que hayas cometido en  un determinado momento de tu vida. Ahora tómate tu tiempo para considerar si había habido pequeñas señales en el camino, indicando que las cosas no estaban yendo de acuerdo a tus planes o deseos. ¿Qué medidas habrías tenido que tomar para corregir el problema. ¿Detuviste el proceso y comenzaste de nuevo? ¿Ignoraste el problema con la esperanza de que a su tiempo lograrías tu objetivo de todos modos?

2. Identifica un pequeño problema que hayas cometido hoy, sin enfadarte contigo mismo por ello. Esta acción, si la llevas a cabo todos los días, aumentará tu percepción de los problemas de poca importancia.

3. Ahora pregúntate si el pequeño error que identificaste en el ejercicio 2, refleja un problema mayor o si potencialmente puede adquirir mayor velocidad. (Si has perdido las llaves de tu coche, por ejemplo, pregúntate si estás tratando de hacer malabarismos con demasiadas cosas a la vez, o si estás tan distraído que puedes eventualmente cometer un error más serio.) 

Al prestar atención a ese error, reducirás su frecuencia. Si sientes que ese error indica un problema más significativo en tu vida, pregúntate: ¿Qué paso que no dañe mi serenidad puedo dar para corregir esa situación?

4. Pregúntate si irritas a tu familia, amigos, compañeros de trabajo o clientes de alguna forma. Tu nueva percepción, por sí sola, reduce la probabilidad de que vuelvas a cometer ese error, pero debes preguntarte si el error es parte de un problema mayor. Si puedes vincularlo a un asunto más importante, ¡te estarás dando un incentivo para trabajar sobre ello! 

A veces es duro detectar los pequeños problemas porque, paradójicamente, el daño que infligen puede ser tan grande que suponemos que la fuente de tanto horror debe hallarse en problemas profundamente complejos. Esto es así en el caso de matrimonios, profesiones, adicciones e incluso en desastres de salud a escala mundial.

No somos conscientes de que la diarrea mata a millones de niños en todo el mundo cada año. Para poner ese número en perspectiva, el mismo equivale a un avión Airbus A380 lleno de niños que sufre un accidente cada cuatro horas.

Los expertos en el cuidado global de la salud y las organizaciones gubernamentales han intentado reducir su incidencia mediante costosas soluciones a gran escala, como la distribución de mejores sistemas de canalización de agua en las zonas más afectadas o introduciendo terapias de rehidratación oral en las infraestructuras médicas que atienden a esos niños.

Esos esfuerzos son encomiables y útiles, pero han demostrado su ceguera ante un problema muy pequeño que es el que causa la diarrea: las manos sucias. En los países en los que la diarrea infantil mortal es más frecuente, habitualmente hay jabón en las casas, pero solo entre un 15 y un 20 por ciento de la gente lo utiliza, antes de manipular los alimentos o los bebés. Si la gente mantuviera sus manos limpias, los casos de diarrea podrían reducirse en más de un 40 por ciento. 

Es más fácil enseñarle a una persona a prevenir la diarrea lavándose las manos, que instalar nuevas infraestructuras de canalización de agua en un continente o suministrar unos cuidados después de que la enfermedad ya se ha producido. Cuando nos enfrentamos a crisis personales, la estrategia de resolver problemas de poca importancia nos ofrece consuelo y ayuda práctica. 

Si estamos inmersos en un litigio, caemos enfermos, descubrimos que las mareas económicas están dejando a nuestras empresas en la estacada o que nuestra pareja se ha desenamorado de nosotros, no podemos arreglar las circunstancias con una innovación repentina. Durante esas crisis, los únicos pasos concretos que están a nuestro alcance son los diminutos. 

Cuando nuestras vidas están en medio de una gran desgracia, incluso mientras nos sentimos fuera de control o emocionalmente doloridos, podemos intentar localizar los problemas de menor importancia dentro del desastre mayor, y quizás aplicar una estrategia para movernos lentamente hacia una solución. Pero si estamos ciegos a los problemas manejables, es más probable que nos deslicemos hacia la desesperación.

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