La vida emocional es un camino con curvas con oscilaciones permanentes.
La elección de un camino sinuoso en el logo es una referencia directa a la vida psíquica del ser humano, caracterizada por un flujo constante de altibajos emocionales. La experiencia humana no sigue una línea recta; al contrario, es un trayecto lleno de cambios, giros y vueltas que, aunque impredecibles, forman parte integral de nuestro desarrollo. En este viaje psíquico, cada curva puede simbolizar tanto un obstáculo como una oportunidad de crecimiento. La montaña rusa emocional que todos vivimos (con sus subidas de entusiasmo, bajadas de tristeza y momentos de duda) nos recuerda que sentir miedo o incertidumbre es parte esencial de estar vivos.
Este concepto nos desafía a aceptar que las emociones negativas, como el miedo o la ansiedad, no son «enemigas» a erradicar, sino experiencias a entender y gestionar.
La vida emocional sin control puede sentirse como una espiral de emociones que se apoderan de nuestra psique y nos arrastran hacia estados de ánimo fluctuantes. Dejar que las emociones «campen a sus anchas», nos puede llevar a experimentar el famoso«vaivén emocional», un fenómeno donde paso rápidamente de un estado a otro, muchas veces sin una razón clara o lógica. Este estado puede ser agotador y hasta abrumador, como si estuviéramos atrapados en un trayecto de curvas sin fin, sin un destino claro ni la posibilidad de bajarnos.
El concepto de vivir sin pavor no implica evitar el miedo, sino enfrentarlo de manera constructiva. Al igual que en una atracción de parque, donde las curvas y las caídas generan una mezcla de miedo y emoción que activa la adrenalina y las endorfinas, en la vida enfrentamos momentos intensos que pueden desafiarnos y liberarnos. Esta respuesta física nos recuerda que el miedo y el bienestar emocional pueden coexistir y, de hecho, generar una experiencia placentera cuando abordamos la realidad con perspectiva.
La adrenalina es una respuesta natural que nuestro cuerpo utiliza para mantenerse alerta. Pero al aprender a «montar» esas emociones (tal como lo haríamos en una montaña rusa) podemos transformar el miedo en una sensación de liberación, de «descarga emocional» que termina en bienestar.
Al visualizar el logo, podemos interpretarlo como un recordatorio de que la vida siempre tendrá sus curvas, y que nuestra tarea no es eliminarlas, sino aprender a recorrerlas con confianza.